A algunos nos puede haber pasado que crecimos dentro de un modelo de educación que nos hizo creer, por lo menos a mí, que el aprendizaje importante pasaba en el aula de clase, lo que había que aprender estaba en los textos de cada asignatura, lo sabía el docente y si era importante te lo preguntarían en el examen o la prueba. Con ese paradigma terminamos cubriendo muchos temas, sin duda muchos muy significativos, pero otros que eran absolutamente irrelevantes y completamente innecesarios. Para la muestra, en mi libro de Historia de 4o grado mencionaban al conquistador español Vasco Núñez de Balboa, quien tenía un perro llamado Leoncico. No solamente estaba en el texto, sino que me lo preguntaron en el examen del capítulo. De esto hace ya varias décadas y tengo que reconocer que aún no he dejado de preguntarme cuál era la motivación de los historiadores para incorporar esta información en un libro, del docente para que yo y miles de niños lo memorizaran y del sistema educativo que lo permitía.
¿Será que Leoncico cambió la historia de la conquista española? ¿O definió quiénes somos como cultura, país o seres humanos? Puede ser y yo aún no lo he comprendido. Ahora, tengo que reconocer que como anécdota jocosa me ha servido mucho para incluso generar carcajadas en la audiencia cuando comparto este aprendizaje en diferentes contextos y auditorios.
Con esto no quiero decir que todo lo que aprendimos en el colegio tenía este nivel de irrelevancia, pero mucho de aquello a lo que le dedicamos tiempo y esfuerzo cognitivo era comparable con lo intrascendente de esta información o, lo que es peor, aquello que era extremadamente importante aprender se convirtió en poco relevante por la manera en que se aprendió. Pasa aún en los colegios alrededor del mundo que cuando entramos al aula de clase y le preguntamos a los estudiantes “por qué estás aprendiendo esto” ellos responden “porque está en el libro, lo dijo el profesor, me lo van a preguntar en el examen o me servirá cuando sea grande”. Estas respuestas nos confirman cómo ese aprendizaje que era significativo se convirtió en algo que no trasciende el “porque me toca y no le veo otro valor”.
Todo aprendizaje o experiencia de aprendizaje debería estar dirigida a ayudar al individuo a conocerse y comprenderse mejor, así como a su entorno, a desarrollar destrezas y habilidades que le aporten para agregar valor a sí mismo, a los demás y al mundo en el que vive. Debería enfocarse el nuevo aprendizaje como esa oportunidad para descubrir lo que no había visto, preguntar lo que no había cuestionado y que esto le ayude a seguir construyendo los conocimientos que permiten que los seres humanos nos desarrollemos en las diferentes dimensiones de nuestra existencia.
Siempre recuerdo a una persona que decía que aprender era como comer papitas o nuestro refrigerio o bocadillo favorito: una vez que comienzas es difícil parar. Así debería ser el aprendizaje, generado por la motivación intrínseca de saber que ese nuevo conocimiento o destreza me ayudará a acercarme a lograr eso que quiero lograr, que es importante para mí, y que, aunque me cueste trabajo, lo haré porque es significativo, y no para el profesor, la nota o cualquier elemento externo y ajeno
al valor real del aprendizaje.
En la educación tenemos que cambiar muchos paradigmas que rigen lo que hacemos todos los días. Ese es el objetivo de esta revista, el de convertirse en una ventana a la reflexión, al intercambio de perspectivas, al cuestionamiento de los paradigmas educativos y una apertura a las oportunidades de aprendizaje que se dan cuando simplemente propiciamos un espacio para explorar diferentes formas de plantear la manera como vemos e implementamos nuestra profesión.
Esta revista es una ventana para aprender de las experiencias de otros, así como de lo que nos aportan las ciencias, como por ejemplo las relacionadas con la neuroeducación y su aplicación en el aula y en la práctica enseñanza-aprendizaje.
VESS ha sido siempre una invitación a reconfigurar la visión que en general tenemos de la educación, la cual tiene que ir más allá de la memorización de información y contenidos; debe ser más relevante que completar capítulos o pasar pruebas de conocimientos. VESS aboga por el desarrollo de un buen ser humano que tiene los conocimientos, destrezas, habilidades, valores y comportamientos para vivir una vida en balance interno y con su entorno, que tenga un propósito y que sepa o busque el sentido de lo que hace y que, por último, incorpore la sabiduría para que agregue valor a cada situación a la que se enfrente.
Esta revista es esa ventana y plataforma mediante la cual trataremos de fomentar y compartir esos principios VESS mediante la apertura de un espacio a los colegas, a los estudiantes, a los líderes, a los padres y a la comunidad en general, a aquellos que ya forman parte de la red VESS, así como a aquellos que están fuera de ella.
Las diferentes secciones del VESS Journal estarán encaminadas a acercarnos más a los adelantos de las ciencias del cerebro, la mente y la educación, así como a propiciar la construcción de una comunidad de aprendizaje que se nutra de los conocimientos y experiencias de sus integrantes.
Desde aquí, les extendemos una invitación a ser parte de este foro de colaboración, reflexión y aprendizaje, a abrir esta ventana VESS hacia la transformación educativa que nos permita hacer de este mundo un lugar más equilibrado, con sentido y al que los seres humanos le agreguemos valor.
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Este proyecto es liderado junto a Rima Ediciones